16.2.12

Tardes de invierno

El reloj de pared marcaba el paso de la tarde, o quizá fuera su acelerado corazón.Con todo, para él sólo había silencio. Hacía tiempo que el mundanal ruido se había desvanecido entre aquellas cuatro paredes. Durante toda la estación fría ese había sido su refugio. Sumergido en otros mundos, viajaba a través de los libros que devoraba de tanto en tanto. Otras veces se quedaba reflexionando, intentado vencer sus propios demonios. Y es que después de un corte a sangre fría, para poder ver el sol primero hay que pasar por la tinieblas.




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