Tengo una guitarra. La mantengo bien guardada dentro de su holgada funda. Y digo holgada porque cuando se la compraron ya le venia grande. No era de su talla. Como ciertas cosas que se presentan en la vida. Ésta era la funda para otra guitarra, una más grande. Sin embargo le compraron esa funda por error y ahí esta. Cumpliendo perfectamente su función, sigue perdurando desde entonces.
Bien, como os digo, estaba bien guardada porque hacía mucho tiempo que no la usaba. Y no es que no supiera que estaba ahí, porque si lo sabía. De vez en cuando pensaba en que tendría que volver a dedicarle algunos ratos y coger práctica pero las circunstancias me hicieron tener otras prioridades para dejarme sin tiempo para tocarla. Por lo menos esa excusa me convencía: "tenía otras cosas más importantes que hacer".
Ayer la saqué de su funda y le quite el poco polvo que pudiera haber atravesado la tela. Después con el diapasón la volví afinar. Afinar. Eso es algo que aprendí muy bien y me encanta. Afinar la guitarra sólo con el sonido que produce ese trozo de metal de extraña forma me relaja. Se trata de conseguir el mismo sonido que provoca la vibración del diapasón al tocar la nota La de la primera cuerda de la guitarra. A partir de ahí buscas la nota afinada en las demás cuerdas, para conseguir que suenen igual.
Hacía más de un año desde que fui a comprarle nuevas cuerdas y hacía más de un año que no la hacía sonar. Y cuando lo hice, cuando sus notas empezaron a sonar, las viejas melodías volvieron sin querer. Porque eran lo que siempre habían tocado, porque mis manos no conocían otros movimientos.
Hacía más de un año desde que fui a comprarle nuevas cuerdas y hacía más de un año que no la hacía sonar. Y cuando lo hice, cuando sus notas empezaron a sonar, las viejas melodías volvieron sin querer. Porque eran lo que siempre habían tocado, porque mis manos no conocían otros movimientos.
Y así duraron esos momentos hasta que mi vieja guitarra decidió romper su sexta cuerda, esa que da la profundidad y cordura a las canciones como si de una conciencia se tratase. Se rompió a pesar de que estaba prácticamente nueva, a pesar de que se había guardado en su funda y protegido del calor y el frío. Simplemente se rompió sin más porque se dejó de usar. Como ciertas cosas en la vida.
Cuanta razon, la de cosas que se rompen en esta vida por dejar de usarlas. Aunq tambien pueda sacarse la conclusion de que las cosas importantes (o personas, siguiendo una analogia sutilmente establecida) estan ahi para nosotros, pase el tiempo que pase. Y lo bonito que es esa marea de recuerdos que nos inunda con el mero hecho de reencontrar algo que sabiamos que siempre estuvo ahi.
ResponderEliminarPD: Me alegro mucho que hayas tocado de nuevo.
Fdo: Oscar
"Se rompió a pesar de que estaba prácticamente nueva, a pesar de que se había guardado en su funda y protegido del calor y el frío. Simplemente se rompió sin más porque se dejó de usar. Como ciertas cosas en la vida".
ResponderEliminarMuchos objetos en la vida necesitan ser utilizados frecuentemente para que así funcionen de manera correcta. Si te compras un coche, no esperes que funcione de la misma manera cuando lo utilizas a diario, que cuando lo utilizas una vez cada 4 años. Con los amigos lo mismo. No esperes tener la misma relación de confianza con un amigo al que ves una vez a la semana, que con otro que quedas con él una vez cada dos años. Ambas "cosas", coche y amistades, hay que regarlos de forma habitual. Pese a que hayan sido dañados(como las cuerdas de la guitarra), los dos pueden romperse al no darles uso.
Todos los días hay que esforzarse en mantener ciertas cosas (tanto físicas como abstractas) dentro del rango utilizable. Ya sabemos que todo sistema tiende a la desorganización; por lo tanto, si no se utiliza, se auto-desordena.
No hay que hacer que las cosas caigan en el olvido, ni confiarse por el hecho de que uno mismo no se espera que dicha persona u objeto se vuelva extraña o inútil, respectivamente. Así, la guitarra rompió su cuerda como venganza por haber sido olvidada por su dueña (sin ánimo de ofender!), para hacerle ver a Elisa que si no la trata como ella se merece, la guitarra no le hará sentir a su dueña el placer que provoca el sonido que produce.
Al final todos recibimos de los demás, lo que les entregamos.
Gracias Oscar y Anonimo nº1 por los comentarios :)
ResponderEliminarSi, tanto las relaciones como algunos objetos hay que saber cuidarlos por eso de una forma u otra te lo siguen recordando.